“Antes de la tecnología, casi el 100% de los bebés tenían secuelas, porque el tratamiento era para preservar la vida”, afirma Salma Al-Sarati, jefa del departamento de neonatología del hospital, que dispone de tres camas de este tipo.
El centro estaba equipado con ventilación mecánica, imágenes cerebrales, sedantes y anticonvulsivos, pero a veces el joven paciente recibía tratamiento insuficiente o excesivo. “Con el tiempo, desarrolló hidrocefalia, parálisis cerebral y secuelas motoras y cognitivas”.
La protección cerebral también se consigue mediante la hipotermia terapéutica, es decir, bajar la temperatura corporal, de forma controlada, para proteger el cerebro y evitar la muerte de las células nerviosas.
En la red Unimed Goiânia, cinco hospitales cuentan con unidad de cuidados intensivos neurológicos neonatales. Desde 2021 se han realizado más de 25.000 horas de observación a más de 500 niños. En el 90% de los casos, las convulsiones no fueron reconocidas por los médicos, sino por el dispositivo, por lo que fueron tratadas a tiempo.
Según Marcela Regina Araujo, hematóloga y consultora en gestión de redes, los neurólogos pediátricos especializados en neonatología son escasos, lo que dificulta el diagnóstico clínico correcto.
Con tecnología y soporte de equipo remoto, la ventaja hoy es un procedimiento de tratamiento más asertivo. Es un factor, en su opinión, que protege al niño de cambios provocados involuntariamente por una negligencia médica.
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