Las contradicciones de la Unión Europea (UE) han vuelto a salir a la palestra, en este caso en España, por uno de los problemas más apremiantes del viejo continente: la migración. El Parlamento Europeo (PE) aprobó este miércoles un paquete de leyes que endurecerían las condiciones de acogida de los extranjeros en los países comunitarios, mientras una mayoría de españoles estaba agitada por su aceptación de una iniciativa popular para regularizar la situación de cientos de miles de inmigrantes indocumentados. , lo que confirma el aire predominante de abierta hostilidad contra estos movimientos migratorios.
Alrededor de un millar de organizaciones de la sociedad civil española, tras dos años de esfuerzos, lograron recoger 700.000 firmas de España en apoyo a la regularización extraordinaria de unos 500.000 inmigrantes residentes en España, según cálculos del gobierno. Este apoyo crítico permitió a los anunciantes, agrupados en la plataforma «Esenciales», implementar un mecanismo conocido como Iniciativa Legislativa Popular (ILP).
El ILP obliga al parlamento nacional a considerar propuestas que reciban el apoyo de al menos medio millón de suscriptores. La petición se dirige a personas que acrediten haber vivido en España antes del 1 de noviembre de 2011.
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El miércoles pasado, la Cámara de Representantes acordó por abrumadora mayoría (310 votos de 350) debatir la petición de regularización. Es el primer paso de un largo proceso legislativo que podría, entre otras dificultades, chocar con la legislación europea contra la regulación extraordinaria de los inmigrantes. Ya habían ocurrido en España durante los gobiernos de los socialistas Felipe González (1982-96) y José Luis Rodríguez Sabatero (2004-2011) y del conservador José María Aznar (1996-2004). La historia demuestra que la mayoría de los ILP que llegan al Parlamento quedan olvidados en el armario de algún ministerio.
«Estoy dispuesto a hacer lo que se me presente»
Las organizaciones de ayuda humanitaria a estos colectivos calculan que en España viven entre 450.000 y 550.000 inmigrantes irregulares, el 77% de los cuales son de origen latinoamericano y el 11% de origen africano. Alrededor del 30% trabaja en la economía informal o «sumergida», en actividades de bajos ingresos, a pesar de su relevancia social, como ayudar a los ancianos o hacer tareas domésticas. De estas personas, 125 mil son niños, según datos de la Fundación PorCausa, ONG especializada en migraciones, que destaca que el 60% de estas personas se encuentran en situación de pobreza, frente al 18% de la población general.
Es el caso de Eugenio Matías, de 46 años, un viudo ecuatoriano que llegó a España hace ocho años con un visado de turista caducado hace tiempo. En Guayaquil, con dos hijos, Michaela y Joyce, al cuidado de sus suegros, admite en conversación telefónica con Expresso que ha hecho «de todo»: desde cuidar a los niños hasta cuidar a los ancianos en casa.
Vive en un loft compartido en la localidad manchega de Alcázar de San Juan. Pagas 250 euros al mes por la habitación, más tu parte del consumo de agua y electricidad. “Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa, ya sea horticultura, construcción o agricultura. Causa un gran dolor. Nunca se sabe si ganará suficiente dinero para cubrir las necesidades del día. A veces quiero enviar algo a la familia.
Eugenio lamenta no haber podido regularizar su situación durante estos años en España. «Se necesita un contrato de trabajo para conseguir la residencia y los documentos, pero nadie puede contratarte sin documentos».
dice el jefe «España necesita mucha gente»
El ILP, que pretende apoyar a los inmigrantes indocumentados, ha logrado un extraño consenso entre la mayoría de los grupos políticos, algo poco habitual en la política española. Dos partidos importantes, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, centro izquierda) y el PP (Partido Popular, derecha), apoyan la medida. Reconociendo las contradicciones internas, el líder parlamentario socialista promete: “Queremos afrontar este fenómeno de la inmigración de una manera inteligente y justa. No se trata de 'barra libre' ni de cerrar fronteras, sino de reconocer que un país como el nuestro necesitará en el futuro miles de inmigrantes para mantener su productividad.
La Confederación de Organizaciones Empresariales Españolas (CEOE) apoya que la ILP se convierta en legislación formal. «España necesita mucha gente y hay muchos puestos de trabajo que cubrir», afirma Antonio Karamendi, máximo responsable de la patronal: «Nosotros, como empresarios, siempre hemos sostenido que es un país acogedor».
Según cálculos de la fundación porCausa, un migrante irregular le cuesta al Estado 2.000 euros al año. Cuando te documentas y accedes al mercado laboral, tu contribución al tesoro nacional es de media 3300 euros al año.
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El PP reconoce que sus votos están condicionados por la postura de organizaciones como Cáritas, que apoyan al ILP. Íñigo Errejón, líder parlamentario del ultraizquierdista Frente de Sommer, parte de la coalición de gobierno de Pedro Sánchez, dice: “Yo, que ni siquiera estoy bautizado, reconozco que la Iglesia católica ha hecho un buen trabajo en cuanto a lo que compartimos. Una dedicación a los más desfavorecidos.»
Las principales centrales sindicales, la Unión General de Trabajadores (UGT, de origen socialista) y los Comités de Empresa (CCOO, tendencia comunista) expresaron públicamente su apoyo a una iniciativa defendida por la Conferencia Episcopal Española (CEE) o instituciones multilaterales. Kedaf soviético [cidade dormitório nos arredores de Madrid]; La Hermandad de Trabajadores Católicos y el Sindicato de Prostitutas de Sevilla. El partido de extrema derecha Vox fue el único partido que votó en contra del plan.
Hace viento en Bruselas
Mientras en Madrid se hacen apuestas sobre las posibilidades de éxito de la iniciativa a favor de los inmigrantes irregulares, en Bruselas soplan otros vientos. Después de una lenta gestación de diez años, con un trabajo intensivo en los últimos cinco, la UE consiguió el apoyo del Parlamento Europeo para limitar la migración en Europa.
Las nuevas políticas restrictivas afectarán principalmente a países como Italia, Grecia, Portugal o España, que forman las fronteras exteriores de la UE. El acuerdo de migración y asilo, adoptado menos de dos meses antes de las elecciones europeas, endurece las condiciones para admitir a inmigrantes que son considerados «demasiado generosos» por estados miembros hostiles como Hungría, Polonia o la República Checa.
Las nuevas normas especifican procedimientos más exigentes para identificar a los inmigrantes a partir de los 6 años; incorporar sus datos personales y familiares a una base de datos accesible a todas las policías comunitarias; Establecer un cupo de admisión de 30 mil postulantes por año, distribuidos entre 27 personas, tomando en cuenta su población y PIB; y establecer una indemnización de 20.000 euros por cada persona rechazada con otras condiciones, destinada a fondos sociales.
Declaración de negación
La reciente legislación europea ha llevado a 161 ONG (entre ellas Médicos Sin Fronteras, Amnistía Internacional y Oxfam) a firmar una declaración de rechazo. «Esto tendrá un impacto devastador para los solicitantes de asilo, los refugiados y los inmigrantes en general», afirman. Para este grupo de instituciones, la normativa «consolida los postulados de la extrema derecha europea».
Raquel González, portavoz de MSF en España, cree firmemente que «cuantas más personas queden desprotegidas e indefensas, más graves consecuencias humanitarias se pueden esperar». Entre las posibles hipótesis, lamenta que la UE haya optado por «políticas preventivas y represivas».
2023 es un año espacialmente dramático para el evento migratorio. Frontex (la agencia europea para la protección de fronteras y costas) devolvió a 39.239 inmigrantes irregulares a sus países de origen –o a otros que aceptaron recibirlos–, un 58% más que en 2022. En resumen, los estados miembros de la Unión Europea han acordado procesarlo. 430.650 órdenes de expulsión de inmigrantes indocumentados, de las cuales 109.085 fueron tramitadas. En España se han registrado 57.000 llegadas de inmigrantes a lo largo de 2022, y 6.800 personas han fallecido en rutas de difícil acceso a las costas nacionales, principalmente por mar.
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