El equipo actual de Sao Paulo no está entre los mejores del país. No entre los peores. Se trata de un grupo medio que, si logra un título, o incluso una campaña que esté entre los mejores de la máxima categoría, superará las expectativas.
Dorival Junior debutará el sábado, ante América, en Morumbí. Un rival duro, a pesar de la derrota por 3-0 en el inicio, en Minas Gerais, ante el Fluminense. El martes se enfrenta a Ituano, fuera de casa, tratando de avanzar en la Copa do Brasil.
El puesto que permita la pelea por un puesto vacante en la Libertadores debe ser una prioridad absoluta y presunta para la tricolor. En orden, la Copa do Brasil y la Sudamericana serán competencias secundarias, pero no suele ser así.
La dificultad de los equipos brasileños para establecer prioridades es crónica. Pocos, en los medios y en la afición, reconocen que los grandes clubes, cargados de historia, atraviesan momentos en los que no pueden competir en todos los frentes.
Incluso los más fuertes en este momento enfrentan obstáculos difíciles para luchar en tres competencias, incluso menos que los representantes estén cansados, como en el grupo actual. La carga y las expectativas son desproporcionadas y exageradas y hacen que São Paulo ignore su realidad actual.
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