España ha impuesto nuevas restricciones para proteger los mariscos en peligro de extinción porque ahora están clasificados como vulnerables.
Alguna vez fueron populares como souvenirs en las playas, pero ahora está estrictamente prohibido recolectar y vender estas conchas.
A los turistas británicos que visitan las playas españolas se les ha dado una advertencia de cinco palabras: «Por favor, no me lleven a casa».
Hasta hace muy poco, las conchas marinas eran una vista común en las tiendas de souvenirs junto al mar porque emiten sonidos marinos cuando se mantienen cerca del oído.
Sin embargo, esta especie que alguna vez fue abundante ahora está en peligro de extinción.
Según Serafín González, presidente de la Sociedad Galega de Historia, la población de caracoles ha experimentado un fuerte descenso con el paso de los años, por lo que se consideran vulnerables.
El marinero Rogelio Santos recuerda una época en la que estas ostras abundaban tanto que se embolsaban y se vendían entre 50 céntimos y un euro el kilo. Pero, debido a esta explotación extrema, ahora se encuentran en una situación peligrosa.
A pesar de las nuevas normas, las ventas ilegales continúan en los mercados gallegos, condenadas por los pescadores locales.
En un vídeo de llamamiento, Santos hizo un llamamiento a los mejillones en peligro de extinción: «Envíenme de vuelta al mar, porque quedamos muy pocos».
La explotación continua de mariscos plantea riesgos ambientales generalizados.
El biólogo marino y comunicador Charlie Saria advierte que la extracción de conchas de su hábitat natural altera los ecosistemas marinos y aumenta las poblaciones de erizos de mar.
«Si eliminamos este eslabón de la cadena alimentaria, los erizos de mar estarán más protegidos; es importante conservarlos», afirmó.
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